¡¡¡No se cuantas veces le habré dicho a mi marido que quiero una mecedora!!!!
Y es que ahora que volvemos a la etapa del vaivén con nuestro chiquitín en brazos, me veo con más necesidad todavía.
Visto en Decoesfera
Visto en Cristina Mella
Recuerdo los domingos con mi padre, meciéndome en sus brazos mientras veíamos Pedro Picapiedra, las noches en brazos de mi madre, que me acompañaba de la mano para adentrarme en mis mejores sueños, ese olor especial, ese movimiento...
La cuestión es que al ver estas sillas convertidas, se me ha ocurrido que, seguramente mi padre pueda echarme una mano y crear la mía propia...
Qué mejor recuerdo que el vaivén de sus brazos en una creación única para mi.
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